eden
Desde el caos se originó un equilibrio de estructura orgánica en perfecta armonía. Pero el hombre descubrió la ambición, la vanidad y generó sus própios leyes.
Desde el caos se originó un equilibrio de estructura orgánica en perfecta armonía. Pero el hombre descubrió la ambición, la vanidad y generó sus própios leyes.
alternativa?
Desde los principios de la revolución industrial los conceptos de naturaleza, progreso y urbanidad se parecen excluir vice versas lo que ha llevado a los organismos de poblaciones enormes y al conjunto de civilizaciones enteras al borde del colapso.
piedras, motores, moneymachine - saliendo del habitáculo por una caja metálica que vibra temerosamente - en la calle, liberalmente atropellado por el prójimo motorizado - pasando los días entre columnas de cemento y acero - sórdido del ruido de la maquinaria que facilita el fracaso - ni un tronco para colgar la propia horca …
Desde la revolución industrial, desarrollo significa urbanización, urbanización parece significar la aniquilación de las raíces. La muerte de los raíces generalmente significa la inevitable muerte de cual quier planta.
¿De donde vendrá esta afición del sujeto vivo a todo lo muerto - al hormigón, las piedras, los metales pesado, el cristal, los muros, pavimentos, edificaciones, a la asepsia y la aniquilación de todo lo transformativo - esta aparente aversión hacia lo vivo?
La humanidad sigue creciendo, se sigue "desarrollando". Boom ó crisis económicos afectan solo colateralmente al crecimiento incontrolado de las grandes ciudades, al pavimento y a la perdida de espacio verdes, espacios vivos.
Si, la centralización de la vida en megaurbes ofrece muchas facilidades - servicios, acceso a recursos económicos, a la intercomunicación con otros humanos, a diversidad, a algo para cada quien - sin embargo las megaurbes, no solo en aspectos del paisaje, sino más en aspectos de su propia naturaleza de hombre, alejan al ser humano más y más de su origen, de sus raíces, y con ello de los senos de la madre y su único alimento real.
La humanidad sigue creciendo, se sigue "desarrollando". Boom ó crisis económicos afectan solo colateralmente al crecimiento incontrolado de las grandes ciudades, al pavimento y a la perdida de espacio verdes, espacios vivos.
Si, la centralización de la vida en megaurbes ofrece muchas facilidades - servicios, acceso a recursos económicos, a la intercomunicación con otros humanos, a diversidad, a algo para cada quien - sin embargo las megaurbes, no solo en aspectos del paisaje, sino más en aspectos de su propia naturaleza de hombre, alejan al ser humano más y más de su origen, de sus raíces, y con ello de los senos de la madre y su único alimento real.
Aún al planeta le podria convenir nuestra auto-aniquilación, nuestro interés tiene que ser la recuperación de un entorno sano, equilibrado y renaturalizado. El planeta tiene sus limites y debemos reconocer los nuestros.
Nuestro afán se tiene que concentrar en conseguir un nuevo equilibrio de coexistencia con el propio entrono, que es no más ni menos el conjunto de nuestras propias raíces.
Para ello no podemos esperar soluciones póliticas, ni inversiones ecológicas de multinacionales incontrolables. El futuro se genera desde una actitud creativa y humana, llevada a la acción particular y cotidiana.
La ciudad europea boomtown cuenta con mínimos espacios verde.
Filas de árboles inteligentemente plantados a lo largo de las calles pretenden una ciudad verde, mientras la cuestión del territorio limitado, en constante crispación, y los intereses económicos de unos pocos, vetan al espacio verde, a los pulmones urbanos, al espacio de recreo y al bienestar de todos.
Resta la mirada a la urbe desde el google-earth para percibir un desierto de cemento y piedras.
La vida terrestre misma parece – absurdamente - un lujo, cuando por vivir en ciudad tierra, que es de todos, vale 1€ por 10l, a penas suficiente por un pequeño arbusto de 30 cm de altura.
Si se supone que el auto-respeto esencial para la vida y la convivencia armónica en sociedad y con el entorno solo se alcanza a través del respeto de las otras formas de vida, aun que sean menores ó mínimas -
¿en cuanto vive una sociedad respetuosamente con si mismo, si a su lado no cabe un árbol por persona....?
... y se crea un jardín- huerto a partir de plantas abandonadas, plantas en vía de recuperación, como metáforas de los altos y bajos de la civilización y de la vida cotidiana.
Barcelona
La ciudad europea boomtown cuenta con mínimos espacios verde.
Filas de árboles inteligentemente plantados a lo largo de las calles pretenden una ciudad verde, mientras la cuestión del territorio limitado, en constante crispación, y los intereses económicos de unos pocos, vetan al espacio verde, a los pulmones urbanos, al espacio de recreo y al bienestar de todos.
Resta la mirada a la urbe desde el google-earth para percibir un desierto de cemento y piedras.
La vida terrestre misma parece – absurdamente - un lujo, cuando por vivir en ciudad tierra, que es de todos, vale 1€ por 10l, a penas suficiente por un pequeño arbusto de 30 cm de altura.
Si se supone que el auto-respeto esencial para la vida y la convivencia armónica en sociedad y con el entorno solo se alcanza a través del respeto de las otras formas de vida, aun que sean menores ó mínimas -
¿en cuanto vive una sociedad respetuosamente con si mismo, si a su lado no cabe un árbol por persona....?
... y se crea un jardín- huerto a partir de plantas abandonadas, plantas en vía de recuperación, como metáforas de los altos y bajos de la civilización y de la vida cotidiana.